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Cómo madurar la fruta antes de tiempo

En caso de querer consumir una o varias piezas de fruta (aguacates, peras, mangos, paraguayas, melocotones, chirimoyas, etc.) pero todavía no están lo suficientemente maduras, deberemos envolverlas en papel de periódico y colocarlas al sol o bien meterlas en el horno a 50º durante 12 horas.

Cómo limpiar la miel

Aunque parezca sorprendente, la mejor forma es frotando con agua fría. Tapar el tarro de miel y meterlo bajo un chorro de agua fría, frotándolo hasta que no quede ninguna parte pegajosa. Secar el tarro de miel, abrir la tapa y frotar con un trapo mojado con agua, la rosca de cristal del bote y la de la tapa. Volver a cerrar el bote, limpiar la superficie donde estaba guardada la miel con el mismo trapo húmedo y volver a colocarla en el mismo sitio.

Se suele poner debajo de los tarros de miel papel de cocina o papel de aluminio, siendo un error, pues lo único que logramos es que el papel se pegue al bote y luego sea más difícil limpiarlo.

Cómo evitar que se nos hundan los bizcochos

  1. No deberemos abusar de la levadura en polvo, siendo la relación de 1 cucharadita de postre rasa de levadura por cada 250 gr. de harina de repostería.
  2. Nunca deberemos abrir la puerta del horno durante el tiempo de cocción.
  3. También es importante que cocinemos los bizcochos a fuego lento (170º durante 50 ó 60 minutos, dependiendo del tamaño) para que el bizcocho suba lentamente y se vaya cocinando por el centro equitativamente, para que al sacarlo del horno no se baje.
  4. Además, si forramos la base del molde con papel vegetal, luego no se nos pegará y así no se nos romperá al desmoldarlo.
  5. En vez de utilizar moldes circulares podemos usar moldes rectangulares, pues los tiempos y la temperatura de cocción no cambian, pero al ser más alargados y delgados es más fácil que el centro no se hunda. Si el molde fuera de silicona, echaríamos la masa de bizcocho en crudo con el molde ya colocado en la bandeja de horno, para no tener que transportarlo una vez lleno, ya que no es rígido.

Cómo evitar la oxidación de ciertos alimentos

Cada alimento se oxida por motivos diferentes, así que los trataremos con distintos métodos para evitar su oxidación:

  • Aguacate: Una vez pelado y cortado, reservarlo en un bol regado con un poco de zumo de lima junto con su propio hueso, tapar con papel film y guardar en la zona menos fría de la nevera.
  • Manzana: Pelar la manzana con una puntilla muy afilada sin dientes y no descorazonar ni cortar en láminas o en trozos (también con un cuchillo no dentado y muy afilado) hasta que la vayamos a utilizar.
  • Champiñón: Limpiarlos de tierra con un papel de cocina húmedo, frotarlos con zumo de lima por fuera y por dentro, en caso de haberles quitado el tallo y cocinarlos pronto y a fuego fuerte.
  • Plátano: Una vez pelado, cortarlo en rodajas gruesas sesgadas, enharinar ligeramente y freír en abundante aceite caliente durante 5 segundos por cada lado. Con esto evitaremos que se oxide el plátano por fuera, pero no estará cocinado por dentro y ya podremos utilizarlo para todo tipo de preparaciones.
  • Alcachofa: Frotarnos las manos con zumo de lima y pelar las alcachofas con cortes limpios para que éstos no se oxiden. Además, iremos metiendo las alcachofas en el agua hirviendo según las tengamos totalmente limpias.
  • Patata: Una vez peladas y cortadas o no, meterlas en agua fría hasta que vayamos a cocinarlas. Si fuéramos a guisar las patatas, dejarlas a remojo enteras y si fuéramos a freírlas, las reservaremos en agua fría una vez cortadas, para retirar todo el almidón posible.

Cómo conseguir que suban las magdalenas

Utilizaremos una proporción de 2 cucharadas rasas de levadura en polvo por cada 200 gr. de harina de repostería. Además añadiremos una pizca de bicarbonato para ayudar a elevar la masa.

Llenar las cápsulas de papel estriado, una vez colocadas en la bandeja donde las vamos a hornear para no tener que volver a desplazarlas.

Llenarlas las cápsulas solo un poco más de la mitad para que no se derramen al hornearse.

Hornear con aire caliente si tuviéramos (si no tendremos que utilizar calor convencional) 12 minutos a 220º y 10 más a 170º sin abrir el horno en ningún momento.

Ingredientes para 6 personas.

  • 3 huevos.
  • 125 gr. de azúcar.
  • 200 gr. de harina.
  • 100 ml. de mantequilla derretida.
  • 50 ml. de leche.
  • 2 cucharadas rasas de levadura.
  • 1 pizca de bicarbonato.
  • 5 gotas esencia de limón.
  • 24 cápsulas de papel estriado, especiales para magdalenas.

Preparación.

Echar en un bol los huevos junto con el azúcar y batir con una varilla hasta que estén blancos y esponjosos. Añadir el aceite, la esencia de limón, el bicarbonato, la leche y volver a batir con la varilla. Por último, echar la harina tamizada junto con la levadura y remover con una cuchara realizando movimientos envolventes. Verter la masa en una jarra de cristal, tapar con papel film y reposar 30 minutos como mínimo. Pasado este tiempo, colocar en una bandeja de horno las cápsulas de papel, separadas unas de otras y llenarlas hasta la mitad con la masa de magdalenas ayudándonos de la jarra de cristal. Hornear 12 minutos a 220º, sin abrir en ningún momento el horno, bajar a 170º y cocinar 10 minutos más. Pasado este tiempo, sacar las magdalenas del horno y meterlas en una o en varias bolsas de plástico, hasta el momento de servirlas.

 

Puntos a tener en cuenta en los menús para guardar la línea

  • Realizar solo 3 comidas al día con 5 horas entre ellas y desde la cena hasta el desayuno deberían pasar 12 horas.
  • En el desayuno y en la comida no deberíamos comer hidratos de carbono, para que no trabaje la insulina produciendo somnolencia y los azúcares no se conviertan de colesterol LDL (el malo).
  • Consumir hidratos de carbono solo en la cena y 2 horas antes de acostarnos. Gracias a esto la insulina trabajará por la noche y al día siguiente al no tener azúcares en la sangre, empezará a actuar otra hormona llamada glucagón, la cual consume la grasa acumulada que es la otra fuente de energía del cuerpo. Podríamos cenar por ejemplo, todo tipo de arroces sin guarniciones grasas, pasta integral con salsas no grasas (tomate, boloñesa, salsa de marisco), carnes magras a la plancha o asadas, ensaladas sin o con muy poco aceite, pescados blancos al horno (rape, lenguado, gallo, pescadilla, etc.) y todo tipo de hortaliza y frutas.
  • Cuando consumamos alimentos muy grasos, no deberíamos tomar hidratos de carbono para que la grasa se elimine rápidamente del cuerpo por no asimilarla y no se acumule en la
  • Las mujeres no deberían consumir soja más de una vez a la semana, pues es el alimento que más estrógenos contiene y por consecuencia hace aumentar el peso corporal.
  • En el desayuno deberíamos comer alimentos proteicos y grasos para tener una fuente de energía durante el día. Ej. Huevos revueltos, tortilla francesa de atún, jamón York de calidad, aguacates, nueces, almendras crudas, fruta no cítrica, leche fresca entera, todo tipo de quesos (si no tenemos intolerancia a la lactosa), etc.
  • Si consumimos pan, que sea de espelta, centeno, integral o de trigo sarraceno y siempre por la noche.
  • No deberíamos consumir azúcar blanquilla por estar refinada de manera industrial y ser un hidrato de carbono que se transforma rápidamente en lípidos. También, deberíamos consumir con poca frecuencia: fructosa, edulcorantes, miel, melaza, etc.
  • Deberíamos evitar cualquier alimento precocinado pues casi siempre contienen grasas saturadas e hidratos de carbono en el mismo alimento.
  • Los alimentos que más hidratos de carbono son: Patatas, maíz, todo tipo de panes, repostería y bollería (azúcares), cereales, batata, calabaza, harinas, etc.
  • Alimentos que deberíamos consumir casi a diario en pequeñas dosis: Chocolate 99% de cacao, ajo crudo en ayunas, nueces en ayunas, verduras crucíferas (brócoli, coles de Bruselas, espinacas, repollo, etc.), zumo de limón o de naranja (por la tarde y por la noche), lácteos (en el desayuno y en la comida).

Cuando incorporar la sal

Es de vital importancia el momento en el que decidamos añadir la sal a los alimentos o a las preparaciones gastronómicas, ya que con la sal se produce el fenómeno de la osmosis, es decir, que absorbe la humedad de los alimentos sólidos con los que entra en contacto.

  • Guiso de legumbres: Echaremos 1 cucharada sopera muy rasa de sal fina por cada litro de caldo o de agua (si utilizáramos sal gruesa reduciríamos la proporción a 1 cucharadita rasa de postre por litro) y es conveniente añadirla cuando el elemento líquido de dicho guiso esté hirviendo, para que las legumbres obtengan sabor mientras se estén cocinando.
  • Guiso de patatas: Echaremos 1 cucharada sopera muy rasa de sal fina por cada litro de caldo o de agua (si utilizáramos sal gruesa reduciríamos la proporción a 1 cucharadita muy rasa de postre por litro) y es conveniente añadirla cuando el elemento líquido de dicho guiso esté hirviendo, para que las patatas obtengan sabor mientras se estén cocinando.
  • Cocinado a la plancha, parrilla o la brasa: Añadir sal fina equitativamente sobre la superficie expuesta del alimento, justo en el momento que vayamos a darle la vuelta. Así conseguimos que la sal se integre muy bien en esa cara del alimento y que no le dé tiempo a extraer su jugo. En la otra cara, añadiremos sal fina o gruesa dependiendo del alimento; carne roja: sal en escamas y carne blanca o pescado: sal fina (aunque esto podría cambiar, dependiendo de los gustos). Si el alimento es pequeño o muy fino como un escalope de ternera, seguramente necesite solo sal por una cara.
  • Preparaciones con huevo: Añadir la sal en el último momento ya sea para huevos revueltos, huevos fritos, tortilla, etc. Sobre todo cuando preparemos huevos revueltos o en tortilla, pues la sal licúa el huevo una vez está batido (cambia el color y pierden consistencia) y altera tanto el sabor como la textura de la preparación final.
    • Tortilla española: Añadir la sal cuando el huevo esté mezclado con la patata y justo en el momento de cocinarla.
    • Tortilla francesa: Añadir la sal a los huevos batidos (con otros ingredientes o no) cuando los acabemos de echar a la sartén, pues de lo contrario la tortilla podría quedar muy seca.
    • Huevos revueltos: Al igual que en la tortilla francesa, añadiremos la sal cuando los huevos estén en la sartén.
    • Huevos fritos: Añadir la sal una vez estén cocinados y servidos en el plato. Haremos lo mismo para los huevos pasados por agua, escalfados, duros, a la flamenca, etc.
  • Sofritos: Yo no soy partidario de añadir sal a los sofritos. Aunque es verdad que ablanda las hortalizas más rápido, también es verdad que por la pérdida apresurada de jugo de dichas hortalizas, éstas se cuecen en vez de rehogarse.

Para conseguir un buen sofrito, incorporar las hortalizas a fuego medio-fuerte al principio, rehogar a fuego lento removiendo durante casi toda su cocción y terminar a fuego medio-fuerte (sin parar de remover) para reducir todo el jugo y concentrar los sabores.

  • Guisos con calamares: Cuando cocinemos calamares (sin importar la técnica de cocinado) echaremos la sal al final, pues de lo contrario, quedarían duros por una pérdida acelerada de sus jugos.
  • Preparaciones de arroz seco: Diluir la sal en el caldo o en el agua que vayamos a utilizar (una cucharada sopera rasa de sal por cada ½ litro).
  • Preparaciones hervidas (pasta, hortalizas, pulpo, etc.): Incorporar la sal cuando el agua o el caldo empiece a hervir, para no prolongar dicha acción (1 cucharada sopera muy rasa de sal gruesa por cada litro).
  • Asados: Si se va a asar a fuego lento añadir la sal al final (hasta 170º) y si por el contrario se va a asar a fuego medio-fuerte (a partir de 180º), frotar la sal en el alimento, previamente untado en aceite.

Recalentar alimentos

Actualmente estamos casi obligados a comer de vez en cuando alimentos que hemos elaborado con antelación, por lo que el volver a calentarlos de forma que no se altere su sabor o su  textura es muy importante.

Fritos: La mejor manera es volver a freírlos a alta temperatura (180º) durante un periodo corto de tiempo. Pero también podremos calentarlos a horno fuerte (250º) durante 5 ó 10 minutos, dependiendo el grosor del alimento. Nunca deberemos calentarlos al microondas pues se reblandecerá el rebozado o empanado.

Masas hojaldradas o similares: Al igual que con los fritos, no deberemos calentar las masas al microondas (hojaldre, pasta filo, masa quebrada, pasta brick, etc.). La manera más correcta será a horno medio (180º) durante 10 ó 15 minutos.

Arroz: Se podría calentar al microondas a potencia media (600 w) durante 2 ó 3 minutos, pero aconsejo calentarlo en una sartén o en una cazuela antiadherente sin aceite a fuego medio sin parar de remover.

Pasta: Si la pasta no está condimentada, aconsejo calentar la salsa a parte en una cazuela a fuego lento, incorporar la pasta y cocinar 2 ó 3 minutos sin parar de remover. Pero en caso de reservar la pasta ya condimentada, se debería añadir algo más de la salsa y calentar en una cazuela a fuego lento o bien al microondas a potencia media.

Asados: Colocar el asado  en una bandeja refractaria forrada con papel vegetal, taparlo con papel de aluminio y calentar al horno a 170º durante 10 minutos, retirar el papel de aluminio, subir a 220º y calentar 5 minutos. También podremos calentar los asados al microondas pero quedarán más secos.

Guisos: Se deberán calentar en una cazuela a fuego lento o fuerte, dependiendo de la densidad del caldo o de la salsa (cuanto más espeso esté el guiso, más lento y con más cuidado lo calentaremos). También lo podremos calentar al microondas a potencia media (600 w) y añadiendo algo de agua o de caldo si éste estuviera demasiado espeso.

Chocolate fundido (solidificado por el frío): Lo calentaremos al baño maría si no queremos que se nos queme. Sacar el chocolate solidificado de su envase y echarlo en una cazuela pequeña bien seca, introducir ésta en otra cazuela algo más grande a la cual habremos incorporado 2 vasos de agua y calentar a fuego medio hasta que el chocolate se vaya fundiendo de nuevo, removiéndolo de vez en cuando con una cuchara muy seca (si el chocolate fundido entra en contacto con algún líquido, se bloqueará y se espesará demasiado).

Pilpil u otra salsa delicada: Las calentaremos al baño maría si no queremos que se nos quemen o se corten. Echar la salsa en una cazuela pequeña bien seca, introducir ésta en otra cazuela algo más grande a la cual habremos incorporado 2 vasos de agua y calentar a fuego medio hasta que se caliente la salsa. En el caso del pilpil, el aceite empezará a desligarse cuando se caliente, así que retirarlo con una cuchara y reservarlo en una jarrita pequeña. Remover el pilpil con una varilla pequeña hasta que empiece a coger firmeza de nuevo y entonces incorporar el aceite que habíamos reservado en chorro fino, sin parar de remover con la varilla hasta que se ligue totalmente (reservar el pilpil en el mismo baño maría hasta que lo utilicemos).

Cómo comprobar el punto de sal

La mejor forma de constatar si un alimento está salado, en su punto o insípido, será ingiriendo el alimento y masticándolo más veces de lo normal, para que el sabor se extienda por toda la boca y sobre todo por el paladar. Una vez masticado sacaremos una primera evaluación del punto de sal, pero no tomaremos todavía una determinación, pues hay preparaciones con mucho sabor y nos podrían llevar a engaño. Para eso deberemos tener en cuenta 3 factores cuando traguemos el alimento:

  1. Si el sabor aumenta en el momento en que ingerimos el alimento, nos indica que éste está algo pasado de sal.
  2. Si el sabor se mantiene con la misma intensidad una vez ingerido el alimento, nos indicará que éste está en su punto de sal.
  3. Si al contrario el sabor disminuye, querrá decir que esa preparación necesita algo más de sal.